Feliz Navidad

Muchas felicidades y próspero año nuevo.

     Si le parece…  le compartimos algo que puede ser interesante:

 “Un niño envuelto en pañales”   “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”
 “La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.”
Esa es la Señal:
      Venimos  reflexionando-rezando a fin de entretejer la Nav-idad con nuestra rea-lidad.
      Miramos-contemplamos al niño en el pesebre de Belén junto a José y María y… no podemos dejar de pensar en tantos y tantas que están así tan “al desnudo”, tan expuestos llegando a este fin de año sin trabajo, sin techo y sin tierra.
      Tantos que están así tan “al desnudo” en la calle, y ¡son cada vez más!; como los que están en las cárceles sin ser juzgados, en varios rincones de nuestro país, muchos padecen esta injus¬ticia.
       Algunos que están leyendo este saludo pueden nombrar otras expresiones injustas que están “al desnudo”. Nos invita a nombrarlas y compartirlas con otros.
Miramos-contemplamos esa señal: “el niño recién nacido…” y se nos vienen al corazón la cantidad de nacimientos que fueron floreciendo a lo largo de este año. Conocemos muchas familias, personas, comunidades que  con coraje, creatividad y ternura fueron gestan¬do y pariendo vida. Sólo a modo de ejemplos nombramos el despertar de muchas mujeres en, víctimas de violencia familiar, que van diciéndole no al maltrato, sí a una vida digna. Nombramos también, la Hela-dera Solidaria, en la que varias familias y personas con hambre pudieron recibir alimentos y compartir con nosotros su vida.
Seguramente pueden nombrar otros nacimientos en este año…
Los invitamos a nombrarlos, agradecerlos y com-partirlos.
Por último, miramos y contemplamos: “… al envuelto en pañales”. Y se nos vienen al corazón tantos y tantas que cuidan la vida, aquellos que como María y José le ponen el cuerpo y son capaces de seguir confiando en la potencia de la vida, gestando un mundo de her¬manos. Queremos dar gracias por la sabiduría de los pueblos indígenas que desde hace siglos cuidan a la Madre Tierra y se dejan cuidar por ella.
Ustedes pueden reconocer a otras personas que cuidan la vida… y escribir sus nombres y colocarlos en el árbol de Navidad o junto al pesebre.
Ellos/as nos ayudan a redoblar nuestra esperanza.
Esa es la señal: “Un niño recién nacido,
envuelto en pañales”.
Esa es la señal de Dios… sólo hace falta que nos in-clinemos frente al niño y que El nos ayude a sacar lo mejor de nosotros para cuidar LA VIDA y… que al mismo tiempo, nos ayude a entrar en sintonía con nuestro “niño interior”, con nuestra propia fragilidad, para hacernos más empáticos y más humanos.
Que podamos seguir confiando en nuestra propia hu¬manidad, en comunión con la Madre Tierra, cuidán¬dola y dejándonos cuidar por ella.
Dios sigue confiando en la humanidad, por eso: ¡Feliz Navidad!

Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenan¬do que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de ori¬gen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se en¬contraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció  el ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!”.
Gracias.

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